En este proyecto, la concienciación por la sostenibilidad y la ecología de los promotores nos ha permitido invertir completamente los términos. No se ha tratado de un proyecto de rehabilitación de un edificio frágil en el entorno. Sino de un proyecto de mantenimiento de la fragilidad del entorno tras la rehabilitación de un edificio.

Tampoco ha sido la propiedad quien ha decidido el programa, sino que primero hemos preguntado al edificio ¿qué posibilidades admites? y posteriormente, respetando las posibilidades del edificio hemos solucionado las necesidades de la propiedad.

Por lo tanto los objetivos principales de proyecto han sido: respetar el entorno y el edificio, encontrar las leyes ocultas con las que se construyó todo y respetarlas en la nueva intervención para mantener la armonía.

Y los retos a solucionar han sido:

• Dar prioridad a la historia del edificio sobre la temporalidad del nuevo uso.
• Respetar al máximo la materialidad existente, revalorizando y manteniendo los muros de piedra, vigas de madera, carpinterías, bocarones, ritmos…
• Integrar la nueva intervención con lo pre-existente sin falsedades. Como Antoni González Moreno-Navarro diría, conseguir una “diacronía armónica”.
• Encontrar una organización de espacios fluida y funcional que enriquezca la estancia y el descanso de los usuarios en un entorno arquitectónico atractivo.
• Integrar estrategias de armonización mediante la geometría.
• Mantener un comportamiento pasivo estudiando los huecos y usos, según orientación y función, con aperturas grandes al sur y pequeñas al norte.
• Bioconstruir un entorno de difícil acceso y muy frío (a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar). Supuso una dura planificación y selección de materiales para poder ejecutar la obra con los gremios disponibles y sin paralización por el invierno. Los elementos que requerían de secado o eran sensibles (soleras, nivelados con hormigón de cal, desmontado y nueva cubierta) se realizaron en verano y en invierno continuaron los trabajos interiores: instalaciones, carpinterías, aislamientos con corcho natural y celulosa, pintura ecológica y tabiquería seca, realizada con estructura de madera y paneles de Fermacell Greenline (Paneles de yeso y celulosa certificados como placas ecológicas).

Como resultado, la construcción consigue integrarse en el entorno, y avisar de su presencia con el susurro, diferenciándose ligeramente de las viviendas vecinas reflejando que su uso es más público.

El alojamiento está catalogado con cuatro estrellas. Paradójicamente, hubiese obtenido la catalogación de cinco estrellas si las habitaciones hubieran tenido TV… aspecto obviamente que ni para las intenciones de la propiedad ni las mías dan mayor calidad, sino que hubiera distorsionado el ejercicio de ecología y consciencia realizado durante todas las fases del proyecto.